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A los veintiún años, tras contraer matrimonio con Emilio Merino Martínez, de profesión encofrador, a finales de la década de 1950 inició su negocio de repartidora de leche en Santander, tirando de carro por toda la ciudad, incluyendo pindias cuestas y con muchos días con adversas temperaturas. En el año 1963 fue la primera de aquellas lecheras que repartían a domicilio el producto en "motorizarse", habiendo adquirido una furgoneta "Citroen". Una década después, junto con su esposo y sus cuatro hijos se iría a vivir a Somo, donde con los ahorros conseguidos, tras sus muchos esfuerzos y privaciones, construyeron el edificio de la Caracola, en el Barrio Las Ventas, de dicho pueblo, y donde en los bajos del edificio inauguraron el restaurante del mismo nombre, el cual pasaría después a ser regentado por su hijo mayor, Emilio, al haber comprado el matrimonio el bar-restaurante "Apolo VIII", en cuyo establecimiento Carmen Vega, con la inestimable ayuda de sus hijos, fue la verdadera timonel del negocio, al frente de su cocina, donde era una verdadera maestra en el arte de desarrollar la cocina casera. En el año 1995, al cumplir la edad reglamentaria, se jubiló oficialmente, pasando a ser regido el citado negocio por su otro hijo y nuera, Jose y Yolanda. Podemos decir que hasta hace tres años, últimamente en el negocio de su hija Maricar, propietaria del "Mesón Meve", aunque de una forma esporádica "codirigía" la cocina y ofrecía todavía algún consejillo personal a su hija en determinados menús cuya receta solamente ella conocía bien y que tanta gracia le daba a aquellos inolvidables y sabrosos platos.Fue la extinta una de esas personas que con su callado y mucho trabajo han hecho que la economía de nuestro país en los tiempos en que ella se hallaba en activo fuese para adelante, con empuje, con coraje, creando riqueza y puestos de trabajo. Fue una persona de gran bonhomía. Una buena esposa. Una excelente madre y abuela. Una trabajadora incansable. Una ciudadana ejemplar: coherente, generosa, amiga de los pobres, en definitiva, atesorada de notables virtudes. De los sufrimientos que a lo largo de su vida le tocó vivir nunca le oímos quejarse, incluso de los dolores físicos que tuvo que soportar como consecuencia de las intervenciones quirúrgicas graves y diversas que hubo de soportar, como si entendiese que quejarse era pecado. Es por ello por lo que Carmen Vega gozaba de la general simpatía y cariño de todas aquellas personas que le habían tratado.La muerte de Carmina Vega ha sido muy sentida no solamente por sus más allegados y vecinos, sino por sus numerosísimas amistades y clientes que al enterarse del óbito lo han sentido mucho, como ha quedado patente en los numerosos testimonios y las muestras de cariño que ha recibido la familia de la finada, asistiendo masivamente tanto al funeral de cuerpo presente que ofició el sacerdote don Luis Carlos en la tarde del pasado lunes, en la iglesia de Santa Eulalia de Suesa, como en el acto de la inhumación de sus restos mortales en el panteón familiar del cementerio de dicho pueblo.Por último, deseamos darle gracias a nuestra querida tía, que murió como buena cristiana, igual que vivió, rodeada de los suyos, por su ejemplo y generosidad, con el consuelo de pensar que su alma, por los propios méritos y por la Misericordia de Dios, estará gozando del Bien, de la Felicidad y de la Justicia infinita, verdadera y eterna. 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la señora doña Carmen Vega Hoz

Falleció el día 15-01-2009
en Santander


Industrial Jubilada

Falleció el pasado domingo, día 11 de enero, en el Hospital Residencia Cantabria, donde se hallaba ingresada desde el día 29 de diciembre de 2008, como consecuencia de una enfermedad que le venía aquejando desde hace cuatro años y que le ha arrebatado su vida, pues a pesar del esmerado cuidado recibido por sus hijos y nietos, y por los esfuerzos de los médicos y personal de enfermería que le atendieron no consiguieron salvarle. Carmina Vega había nacido en Suesa el día 7 de octubre de 1930. Miembro de una familia numerosa (12 hermanos), ella era la novena. Siendo niña aún, se vino a vivir a Santander, a casa de su hermana mayor, pescadora de profesión, a cuidar de su numerosa prole. A los veintiún años, tras contraer matrimonio con Emilio Merino Martínez, de profesión encofrador, a finales de la década de 1950 inició su negocio de repartidora de leche en Santander, tirando de carro por toda la ciudad, incluyendo pindias cuestas y con muchos días con adversas temperaturas. En el año 1963 fue la primera de aquellas lecheras que repartían a domicilio el producto en "motorizarse", habiendo adquirido una furgoneta "Citroen". Una década después, junto con su esposo y sus cuatro hijos se iría a vivir a Somo, donde con los ahorros conseguidos, tras sus muchos esfuerzos y privaciones, construyeron el edificio de la Caracola, en el Barrio Las Ventas, de dicho pueblo, y donde en los bajos del edificio inauguraron el restaurante del mismo nombre, el cual pasaría después a ser regentado por su hijo mayor, Emilio, al haber comprado el matrimonio el bar-restaurante "Apolo VIII", en cuyo establecimiento Carmen Vega, con la inestimable ayuda de sus hijos, fue la verdadera timonel del negocio, al frente de su cocina, donde era una verdadera maestra en el arte de desarrollar la cocina casera. En el año 1995, al cumplir la edad reglamentaria, se jubiló oficialmente, pasando a ser regido el citado negocio por su otro hijo y nuera, Jose y Yolanda. Podemos decir que hasta hace tres años, últimamente en el negocio de su hija Maricar, propietaria del "Mesón Meve", aunque de una forma esporádica "codirigía" la cocina y ofrecía todavía algún consejillo personal a su hija en determinados menús cuya receta solamente ella conocía bien y que tanta gracia le daba a aquellos inolvidables y sabrosos platos.Fue la extinta una de esas personas que con su callado y mucho trabajo han hecho que la economía de nuestro país en los tiempos en que ella se hallaba en activo fuese para adelante, con empuje, con coraje, creando riqueza y puestos de trabajo. Fue una persona de gran bonhomía. Una buena esposa. Una excelente madre y abuela. Una trabajadora incansable. Una ciudadana ejemplar: coherente, generosa, amiga de los pobres, en definitiva, atesorada de notables virtudes. De los sufrimientos que a lo largo de su vida le tocó vivir nunca le oímos quejarse, incluso de los dolores físicos que tuvo que soportar como consecuencia de las intervenciones quirúrgicas graves y diversas que hubo de soportar, como si entendiese que quejarse era pecado. Es por ello por lo que Carmen Vega gozaba de la general simpatía y cariño de todas aquellas personas que le habían tratado.La muerte de Carmina Vega ha sido muy sentida no solamente por sus más allegados y vecinos, sino por sus numerosísimas amistades y clientes que al enterarse del óbito lo han sentido mucho, como ha quedado patente en los numerosos testimonios y las muestras de cariño que ha recibido la familia de la finada, asistiendo masivamente tanto al funeral de cuerpo presente que ofició el sacerdote don Luis Carlos en la tarde del pasado lunes, en la iglesia de Santa Eulalia de Suesa, como en el acto de la inhumación de sus restos mortales en el panteón familiar del cementerio de dicho pueblo.Por último, deseamos darle gracias a nuestra querida tía, que murió como buena cristiana, igual que vivió, rodeada de los suyos, por su ejemplo y generosidad, con el consuelo de pensar que su alma, por los propios méritos y por la Misericordia de Dios, estará gozando del Bien, de la Felicidad y de la Justicia infinita, verdadera y eterna.

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Esquelas-online-difuntos-fallecidos-rememori-velas a Carmen Vega Hoz

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