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Fue entre sus muchos quehaceres, decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Castilla y León, Asturias y Cantabria, y durante su fecunda batuta dejó entre todos nosotros una estela de cariño que en la mayoría se convirtió en amistad. Su recuerdo no desaparece con su muerte. El joven ingeniero Fernando Zamácola apareció en Valladolid en los años setenta como 'plaguero', dirigía un magnifico equipo de especialistas en plagas y enfermedades de las plantas cultivadas. Manejaban con soltura y cordura, especies, biologías, específicos curativos, lucha biológica y todos aquellos métodos que, aun en tiempos tan lejanos, consideraban como poco o nada agresivos al medio ambiente. Pocos labradores vallisoletanos de su generación ignoran a aquellos técnicos que dirigía Fernando. Muchos traspasaron la frontera técnica y profesional y les acogían en sus hogares. El trabajo de campo era para el labrador pero, sobre todo, era con él. Muchos de aquellos métodos y conocimientos se han perdido y, a veces, ante problemas invasivos actuales se ha buscado los dictámenes de presuntos sabios ignorado lo que teníamos en nuestra propia casa.Acudió a la vida política en el primer Gobierno de José María Aznar, en la legislatura que culminó Jesús Posada. Accedió como Consejero de Agricultura, Ganadería y Montes y su ascenso político no eclipsó el contacto con los agricultores y con el medio rural en general, ni olvidó que la mejor manera de conocer los problemas es hablando con la gente que los padece y la mejor manera de programar la acción política se obtiene sabiendo cuales son las aspiraciones, deseos y objetivos de aquellos a quienes van dirigidas las acciones que se planifican. La técnica está al servicio de las personas y los avances científicos están para ponerlos en valor. De su fecunda gestión queda memoria en los centros tecnológicos que creó y que están hoy día ampliando un inestimable servicio: Rueda, Palencia, Guijuelo, Cigales, Toro, El Bierzo.. , prueban entre otros su espíritu innovador. Después de su paso por las Cortes de Castilla y León prestó sus servicios en la Administración Central, como director general de Industrias Agrarias, primero y con la misma categoría en el Ministerio de Administraciones Públicas. En este período tenía frecuentes reuniones y contactos para reflexionar lo que había hecho por Castilla y León. Algún periodista es testigo de esta su preocupación. En todos estos destinos dejó rastros de trabajo, preocupación, innovación (más planes y menos acciones inconexas) y sobre todo de su bonhomía. Atesoró experiencia en el mundo administrativo y en el técnico y mucho nos tememos que, habiéndolo tenido tan cerca haya sido poco aprovechado. Pero su memoria pervive, sus genes viven y se multiplican y mientras esto suceda Fernando sigue viviendo. Su esposa y sus hijos que hoy le lloran y le lloramos, heredan un caudal de honradez, trabajo, ilusión, coherencia, y bonhomía, mucho mas valioso que otros caudales hoy mas apreciados. Los Ingenieros Agrónomos somos también sus herederos. Adiós Fernando. Adiós amigo. Descansa en Paz. 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Vocación Por el Campo y Sus Hombres

Falleció el día 26-02-2009
en Valladolid


NECROLOGÍA CONSEJERO DE AGRICULTURA Vocación por el campo y sus hombres F ernando Zamácola, nos ha dejado. No es este el momento de decir quién era uno de los hombres más conocido y apreciado en el mundo agrario y rural, pero sí lo es para recordar y agradecer su trayectoria humana y profesional.Fernando era, sobre todo, un hombre bueno. Probablemente el calificativo que mejor le cuadraba era el de caballero. Así lo atestiguan cuantos a lo largo de su vida social y profesional le conocieron y trataron. Su vocación profesional estaba presidida por el afán y deseo de ser útil y ayudar a los demás. Tuvo una vida corta, murió recién cumplidos los 65 años, pero enormemente dilatada y activa profesional y humanamente hablando. Fue entre sus muchos quehaceres, decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Castilla y León, Asturias y Cantabria, y durante su fecunda batuta dejó entre todos nosotros una estela de cariño que en la mayoría se convirtió en amistad. Su recuerdo no desaparece con su muerte. El joven ingeniero Fernando Zamácola apareció en Valladolid en los años setenta como 'plaguero', dirigía un magnifico equipo de especialistas en plagas y enfermedades de las plantas cultivadas. Manejaban con soltura y cordura, especies, biologías, específicos curativos, lucha biológica y todos aquellos métodos que, aun en tiempos tan lejanos, consideraban como poco o nada agresivos al medio ambiente. Pocos labradores vallisoletanos de su generación ignoran a aquellos técnicos que dirigía Fernando. Muchos traspasaron la frontera técnica y profesional y les acogían en sus hogares. El trabajo de campo era para el labrador pero, sobre todo, era con él. Muchos de aquellos métodos y conocimientos se han perdido y, a veces, ante problemas invasivos actuales se ha buscado los dictámenes de presuntos sabios ignorado lo que teníamos en nuestra propia casa.Acudió a la vida política en el primer Gobierno de José María Aznar, en la legislatura que culminó Jesús Posada. Accedió como Consejero de Agricultura, Ganadería y Montes y su ascenso político no eclipsó el contacto con los agricultores y con el medio rural en general, ni olvidó que la mejor manera de conocer los problemas es hablando con la gente que los padece y la mejor manera de programar la acción política se obtiene sabiendo cuales son las aspiraciones, deseos y objetivos de aquellos a quienes van dirigidas las acciones que se planifican. La técnica está al servicio de las personas y los avances científicos están para ponerlos en valor. De su fecunda gestión queda memoria en los centros tecnológicos que creó y que están hoy día ampliando un inestimable servicio: Rueda, Palencia, Guijuelo, Cigales, Toro, El Bierzo.. , prueban entre otros su espíritu innovador. Después de su paso por las Cortes de Castilla y León prestó sus servicios en la Administración Central, como director general de Industrias Agrarias, primero y con la misma categoría en el Ministerio de Administraciones Públicas. En este período tenía frecuentes reuniones y contactos para reflexionar lo que había hecho por Castilla y León. Algún periodista es testigo de esta su preocupación. En todos estos destinos dejó rastros de trabajo, preocupación, innovación (más planes y menos acciones inconexas) y sobre todo de su bonhomía. Atesoró experiencia en el mundo administrativo y en el técnico y mucho nos tememos que, habiéndolo tenido tan cerca haya sido poco aprovechado. Pero su memoria pervive, sus genes viven y se multiplican y mientras esto suceda Fernando sigue viviendo. Su esposa y sus hijos que hoy le lloran y le lloramos, heredan un caudal de honradez, trabajo, ilusión, coherencia, y bonhomía, mucho mas valioso que otros caudales hoy mas apreciados. Los Ingenieros Agrónomos somos también sus herederos. Adiós Fernando. Adiós amigo. Descansa en Paz.

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